jueves, 7 de abril de 2016


Aprendiendo sobre las emociones




"Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad".

Dr. Daniel Goleman



Nunca supe del Dr. Goleman -debo de reconocerlo-, hasta que el entrañable profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, de apellido Bimbela, nos lo mencionó una y mil veces, una buena mañana de finales de marzo del corriente.

¡Pues bien! En los días posteriores a la clase del "profe", no todo lo que quisiera, pero si que he podido ir cogiendo algunas ideas, alguna de las cuales traigo a mi penúltima -no diré última- entrada del blog.

"¿Cómo está usted?"

Siempre me pareció una pregunta importante, tanto si nos la hacemos a nosotros mismos como si nos la formulan otros. "¿Cómo está usted?" nos pide que seamos capaces de describir nuestros sentimientos con palabras, que les coloquemos unas etiquetas que reflejen la variedad de nuestro estado.

Una vez que somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, nuestra posibilidad de controlarlos es mucho mayor. ¿Por qué pienso que es importante hacerlo? Porque nuestro estado anímico influencia en gran medida lo que hagamos. Cuando estamos tristes, nos mostramos retraídos. Cuando estamos contentos, el humor tiene la oportunidad de aflorar. Pero si no se sabe cómo estamos, no sabemos cuál sería la forma de actuar más probable, y por tanto, no estaremos seguros de cómo ponerlo en práctica.

Es importante recordar, que aun las emociones llamadas "positivas" pueden tener aspectos peligrosos o inconvenientes. ¿Es así? Por ejemplo: el entusiasmo, a veces, puede conducir a un comportamiento impulsivo. Imaginemos que en una reunión es presentado un proyecto que nos entusiasma tanto que nos ofrecemos voluntarios para dirigirlo, a pesar de que estamos saturados de trabajo. O la alegría que nos produce un ascenso, lo que hace que vayamos por ahí jactándonos ante nuestros compañeros, uno de los cuales ha sido rechazado.



Deberíamos aprender muchísimo -y ejercer influencia- sobre nuestras emociones, así como aprendemos sobre matemáticas, literatura, etc.



Entrenarse en el desarrollo de las aptitudes emocionales nos permitiría desarrollar la capacidad de manejar las emociones idóneas para cada acción y regular su manifestación, manteniendo el equilibrio emocional; transmitiendo estados de ánimo para generar actitudes y respuestas positivas; aprendiendo a evaluar el "costo emocional" de situaciones y acciones; desarrollando destrezas sociales, forjando y manejando relaciones con colegas, pacientes, clientes, etc.; realizando un plan de aplicación en el terreno de nuestra esfera de influencia, y extendiéndolo a la vida familiar y social.
De hecho, la estructura emocional básica puede ser modificada mediante una toma de conciencia y cierta práctica. Supongo que existen circuitos neurológicos involucrados y que pueden alterarse o reforzarse con la repetición de ciertos hábitos. Allí se abre una oportunidad única para desarrollar la Inteligencia Emocional: la infancia y la adolescencia son dos momentos críticos, pero en la madurez la mayoría de las personas pueden educar con ventaja sus emociones.


Circuito de Papez

El aprendizaje es capaz de moldear, en definitiva, algunos aspectos importantes de la realidad emocional.

La aptitud emocional no se puede mejorar de la noche a la mañana. Para llegar al punto en que un hábito nuevo reemplaza a otro se requiere cierta práctica. Los estudios realizados sobre cambios de conducta demuestran que, cuanto más tiempo pasa alguien esforzándose por cambiar, más durable será ese cambio (Dr. Goleman).

Si la persona tuviera un conocimiento eficaz sobre la Inteligencia Emocional podría encauzar, dirigir y aplicar sus emociones, permitiendo así que las mismas trabajen a favor, y no en contra de su personalidad.


De esta forma, las emociones pueden guiar todas las actitudes de nuestra vida hacia pensamientos y hábitos constructivos, que mejoren en forma absoluta los resultados finales que queremos alcanzar.

En definitiva, aprender y gestionar nuestras emociones, deberías ser ese precioso instrumento para solucionar desde una situación desagradable, o finalizar un proyecto, hasta resolver en forma definitiva y tranquila, las difíciles situaciones que muchas personas viven -y me pongo como ejemplo- como algo destructivo, cansador y frustrante. No se trata de un procedimiento simplista ni demasiado complejo, sino meramente realista y práctico. 

Y como ejemplo de aprendizaje emocional....



P.s.- Si se me permite, y como pie de foto y de mi entrada...

¡GRACIAS! 

Gracias a todos mis compañeros del master -a dos de ellos, gracias por mil- por haberme hecho muy feliz el pasado sábado, y por hacerme ver, que todavía hay motivos para seguir confiando en la vida y en la especie humana.






[1] "Inteligencia emocional". D. Goleman, Kairós, 1996.